Una sonrisa. Una copa. Una charla. Una sonrisa. Una mirada cómplice. Baile. Locura. Otra sonrisa. Cien personas. Una sola. Otra mirada cómplice. Un susurro. Vámonos. Un vistazo alrededor y antes de darme cuenta ya estaba fuera. Acaricié su mano como unas mil veces. Caminamos y dejamos que el tiempo pasara sin importarnos. Nos tumbamos en nuestro sitio y como siempre, arropados el uno en el otro, contamos las estrellas en silencio, disfrutando del momento. Creo que perdí la capacidad de controlar mis sentidos y comenzó mi corazón a dejarse llevar. El frío nos calaba hasta los huesos o incluso más, nos calaba el alma y dejamos de pensar con claridad. Se mezclaban en nuestras cabezas sentimientos con alcohol, mala combinación. Corazones a flor de piel cuando acabamos entre mis sábanas, abrazados y mirándonos a los ojos. Unos dedos acariciaron mi mejilla cuando finalmente perdí la cabeza y decidí ser sincera. A lo mejor no deberíamos estar aquí, pero deberías saber que voy a besarte. Infinidad de sonrisas se colisionaron con nuestros labios entre beso y beso, infinidad de miradas que despilfarraban ansias de locura, de un beso o dos más. No recuerdo unas manos tan suaves, pero ambos sabíamos que estaba mal y allí seguíamos, sin mediar palabra, saboreando el color y brillo de nuestros ojos, asombrados por la cantidad de besos que se pueden dar en tan poco tiempo. Creo que es hora de que me vaya. Y lo vi alejarse hasta que se dio la vuelta. No puedo irme sin darte un último beso. Y mientras el sol apareció tras el horizonte me dio el beso más dulce que han saboreado mis labios. Me has enseñado a amar.
miércoles, 23 de mayo de 2012
How to love
Una sonrisa. Una copa. Una charla. Una sonrisa. Una mirada cómplice. Baile. Locura. Otra sonrisa. Cien personas. Una sola. Otra mirada cómplice. Un susurro. Vámonos. Un vistazo alrededor y antes de darme cuenta ya estaba fuera. Acaricié su mano como unas mil veces. Caminamos y dejamos que el tiempo pasara sin importarnos. Nos tumbamos en nuestro sitio y como siempre, arropados el uno en el otro, contamos las estrellas en silencio, disfrutando del momento. Creo que perdí la capacidad de controlar mis sentidos y comenzó mi corazón a dejarse llevar. El frío nos calaba hasta los huesos o incluso más, nos calaba el alma y dejamos de pensar con claridad. Se mezclaban en nuestras cabezas sentimientos con alcohol, mala combinación. Corazones a flor de piel cuando acabamos entre mis sábanas, abrazados y mirándonos a los ojos. Unos dedos acariciaron mi mejilla cuando finalmente perdí la cabeza y decidí ser sincera. A lo mejor no deberíamos estar aquí, pero deberías saber que voy a besarte. Infinidad de sonrisas se colisionaron con nuestros labios entre beso y beso, infinidad de miradas que despilfarraban ansias de locura, de un beso o dos más. No recuerdo unas manos tan suaves, pero ambos sabíamos que estaba mal y allí seguíamos, sin mediar palabra, saboreando el color y brillo de nuestros ojos, asombrados por la cantidad de besos que se pueden dar en tan poco tiempo. Creo que es hora de que me vaya. Y lo vi alejarse hasta que se dio la vuelta. No puedo irme sin darte un último beso. Y mientras el sol apareció tras el horizonte me dio el beso más dulce que han saboreado mis labios. Me has enseñado a amar.
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