lunes, 30 de septiembre de 2013

Keep calm and be Inma.

Qué razón tenía ese hombre tan sabio aquella media tarde de marzo, mientras atardececía con olor a café y cigarrillo, cuando nos dijo que teníamos ojos de estar creciendo demasiado deprisa, y que nuestra espalda soporta tres veces nuestro propio peso. Qué sabio fue cuando miró nuestra alma a través de nuestros ojos y nos dijo que tanto él como nosotras, en lo más profundo de nuestras entrañas, somos conscientes de que estamos solas. Para todo y para nada, para lo bueno y para lo malo, ya sólo podemos contar con nuestro ego.
Da miedo que él, en sus 40 años, nos admire. Da miedo que él se sienta a veces identificado con nosotras. Da miedo que a veces nos pida que lloremos y que hayamos perdido ya la capacidad de sentir. Da miedo que ni él sepa cual es la mejor manera de que nosotras, solitarias y asustadas, sobrevivamos en esta jaula en la que permanecemos sin asomar si quiera las pestañas.
¿Por qué, Inma, estamos tan sumamente perdidas en nuestra propia vida? Nuestras alas quieren desplegarse de una vez por todas y salir huyendo de aquí, de este olor a "este no es tu sitio".
Inma, dejemos de intentar disimular, dejemos de escondernos y de consolar nuestra alma, cada vez más marchita. Dejemos de...
Dejemos de... ¿perder la inocencia? No. Eso ya lo perdimos. Dejemos de... ¿perder nuestra extraordinaria sensibilidad? No. Eso ya lo perdimos. Dejemos de... ¿destrozarnos por dentro? No. Ya es tarde para arreglar tanto desastre.
Supongo que hemos fracasado, querida, y que hemos empezado a sentirnos mejor siendo conscientes de que estamos rodeadas por desconocidos a los que no tenemos intención de conocer, y que estamos tan acostumbradas a las sombras que nos da miedo salir a ver el sol.
Pero tampoco engañemos a quien nos lea, no todo es tan trágico. Siempre hemos preferido los días de lluvia y nubes negras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario