Somos dos.
Lo inimaginable lo haces real, los sueños los conviertes en hechos, las lágrimas las vuelves sonrisas, las noches las haces inolvidables, las velas las haces magia. Eres mi sed insaciable, me estás convirtiendo en alguien que no he conocido nunca, estás sacando de mí lo mejor. La luz desde todas mis perspectivas, la belleza se ha reflejado en mis pupilas.
Cuando menos lo imagino, cuando están las lágrimas apunto de salirse de mis cuencas, apareces tú esperando en mi puerta, dispuesto a entregarme todo el cariño, el amor y la ternura que caben en tu corazón. Se me quedan pequeñas las estrellas, se me queda corto el brillo de la luna cuando quiero explicarte una vez más lo mucho que te amo, lo mucho que has podido llenarme el alma a base de caricias invisibles, de caricias de sonrisas, de lágrimas, de miradas tiernas, de miradas intensas, de miradas de amor, de miradas de rabia, de miradas de "abrázame". Has hecho que aprenda a vivir de improvisaciones, que aprenda a vivir a mi ritmo, tranquila, pero con intensidad cuando el momento lo requiera. Me has enseñado que rendirse cuando algo merece la pena es algo que no nos va, que saborear los detalles y exprimirlo todo al máximo es saber saborear la magia de la vida. Me has enseñado, aunque no te lo creas, que valorarte como lo hago es lo mejor que he podido hacer en toda mi vida, y que la suerte que tengo desde hace 8 meses y 18 días es algo que nunca nadie va a entender. Hemos hecho de nuestra historia algo que jamás nadie podría explicar, nuestro esfuerzo, nuestra guerra incansable contra el resto del mundo. Nuestra lucha por esta magia que nos hace invencibles, inexplicables.
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