lunes, 27 de abril de 2015

Grisâtre.

   Hay días de luz tenue, de dejar que Yiruma acaricie los tímpanos y cerrar las persianas. Hay días que es mejor esconderse y no crecer de los demás, sino de uno mismo.

   En algunos momentos, aunque desgarre, es preferible hurgar en la herida y hacerla sangrar, llenarse las manos de pena y vaciar los ojos. Hay que dejar volar también la destrucción y la ruina, y vestir el alma de negro. Refugiarse en las sombras de nuestros abismos internos. Hay que dejar salir al dolor, mimarlo y arroparlo.

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